EL VALOR DEL TRABAJO BIEN HECHO: LA CHICA DESCONOCIDA

Los hermanos Dardenne han dirigido grandes películas, entre ellas, La chica desconocida.

Una joven doctora, a punto de cambiar la consulta médica de barrio donde se forma como profesional para irse a una clínica más amplia, con más compañeros, más comodidades y salario  y más prestigio social, cambia de idea, al producirse un incidente perturbador a las puertas de su centro sanitario...

Este es el guión de una gran película, donde una joven médico, se adentra en la realidad social y familiar de su entorno, y donde su personalidad bondadosa, poderosa y sobre todo amante de la verdad y de la justicia, realiza grandes cambios a su alrededor.

Los médicos, al igual que cualquiera de nosotros, cada uno desde su profesión o desde su lugar, podemos ser poderosos agentes de cambio de nuestro entorno, si nos implicamos y nos comprometemos por el  bien común. 

En este sentido la joven doctora de la película logra con valentía, tesón, trabajo, bondad, valores, disciplina y sobre todo humanidad, producir cambios en la gente del barrio, en sus pacientes, en sus compañeros y en su realidad, siempre arriesgándose a perder, pero guiándose siempre por su corazón, su inteligencia, tenacidad y su coherencia interna. 

Es de agradecer esta impresionante reflexión sobre la labor profesional de los médicos de consultas pequeñas, y como su implicación, resulta fundamental para favorecer la salud mental, física, familiar y social. 

La actriz protagonista, Adèle Haenel, es en la vida real una mujer con una gran formación personal y profesional, quizás por este motivo transmite tanta fortaleza y tanto ingenio.

Recomiendo esta película para aquellas personas que atraviesen una crisis personal o vocacional pq si una persona es capaz de indagar en el fondo de su corazón sobre su sentido vital, su pasión y su verdadera vocación, estoy segura que encontrará la respuesta, como la Doctora Jenny Davin, que escucho su autentica pasión por cuidar a los demás, mostrándoles que solamente se alivia la culpa y la desdicha humana con la responsabilidad personal y comunitaria.